Se fueron sin decir adiós

Esta imagen captura un instante de ausencia, una despedida que nunca se pronunció. Los juguetes de peluche, figuras entrañables de la infancia, quedan varados en un balcón, como testigos silenciosos de un tiempo que se ha escapado. Hay algo inquietante en su disposición: la forma en que cuelgan, la quietud forzada de su presencia, como si esperaran el regreso de alguien que ya no vendrá.

"Se fueron sin decir adiós" es una reflexión sobre la nostalgia y el abandono. La infancia, con su calidez y protección, se desvanece sin previo aviso, dejando atrás vestigios de lo que fue. Estos juguetes, una vez abrazados con ternura, ahora son relicarios de memorias, suspendidos entre el recuerdo y el olvido.

A través de la composición, la textura de la pared y la expresividad implícita en los peluches, la imagen sugiere una ausencia palpable, una historia sin final definido. ¿Quién se ha ido? ¿Quién se ha quedado? El espectador es invitado a completar el relato, a proyectar sus propios recuerdos en esta escena donde lo inanimado cobra una melancólica vida.